Oliver Farrow es un padre atento y atento, pero aun así le
llevó más de un mes darse cuenta de que algo andaba mal con
su hija Carla. Carla, de 14 años, era dulce, dulce e
inteligente, pero todavía era solo una adolescente.
Todo comenzó cuando la hermana fashionista de Oliver, Ruth,
pasó a cenar. Ruth estaba sentada charlando con Oliver y
Gail cuando Kara irrumpió con una bolsa al hombro.
Abrazó a su tía y corrió escaleras arriba para lavarse
para la cena. Oliver nota que Ruth le frunce el ceño a Carla.
¿Qué pasa, hermana?, preguntó. «Es un bolso Birkin antiguo»,
dijo Ruth. “¿Cuándo empezaste a comprar bolsas Carla de 1.000 dólares? »
«Oh, eso es una broma», dijo Gale riendo. “Kara lo compró
en el mercadillo por 20 dólares. Pero Oliver encontró
a su hermana escéptica, lo que le hizo pensar.
Esa noche, lo discutió con Gail y ella descartó sus preocupaciones.
«Oh, Ollie», exclamó. «¡Todas las chicas necesitan
sus secretos!» ¡Tenemos que darle espacio! »
Oliver no quedó convencido y empezó a mirar más de cerca
a su hija. De repente Carla anuncia que ha cambiado su viejo
portátil por el de una amiga, pero el ordenador que trajo a
casa no parece de segunda mano. Parecía extremadamente caro y exclusivo.
Manteniéndose fuera de la vista, Oliver siguió a Carla hasta un
Starbucks y observó con asombro cómo su hija corría hacia un
apuesto hombre mayor y le daba un abrazo. Se sentaron y
comenzaron a hablar, acercándose íntimamente el uno al otro.
Oliver se volvió hacia su hija. “¿Un hombre adulto te da
regalos caros y te toca y eso no es lo que pienso? “.
Miró la mano que sostenía el hombre (la de Carla) y
vio brillar en ella una pulsera de tenis de diamantes.
«¿Qué pasa Carla? -Preguntó Oliver. “Mamá y yo
te advertimos sobre hombres así…”
Pero Carla negó con la cabeza, con lágrimas en los ojos.
«Oh papá», susurró. “¡No quería que lo supieras! »
“Papá, hace seis meses Janice y yo nos hicimos una prueba
de ADN, sólo por diversión, ¿sabes? dijo Carlos. “Pero los
resultados… Dijeron que Jeffrey era mi padre biológico
y me preocupaba que mamá lo hubiera engañado
y que no lo supieras. No podría preguntarle…»