Esta pequeñita no podía escuchar, ni ver. Jamás hablaría y posiblemente viviría menos de un año, pero tuvo un encuentro con alguien que la amaría hasta el fin de sus días.
Una mañana de mayo de 2014, Nuria Pérez llegó al hospital Eva Perón ubicado en Tucumán, Argentina, donde trabajaba como enfermera en el área de Neonatología. Pronto se percató de la presencia de una niña muy pequeña llamada Zoe.
Zoe nació el 21 de marzo de 2014 en el Instituto de Maternidad y Ginecología Nuestra Señora de las Mercedes, luego de tan solo 36 semanas de embarazo. Su madre era una adolescente de pocos recursos que decidió abandonarla.
Al preguntar por la condición de la niña, la respuesta que Nuria recibió le encogió el corazón. Zoe sufría de hidranencefalia, que es una enfermedad muy rara en la cual sus hemisferios cerebrales no están presentes y en su lugar están dos sacos llenos de líquido.
Al no tener un cerebro, la niña nunca tendría la capacidad de ver, de escuchar, de hablar o de comer sola, y el pronóstico que le daban los médicos era apenas de un año de vida.
De inmediato, Nuria sintió una gran conexión con la niña, y aunque no estaba a cargo de atenderla, pasaba mucho tiempo a su lado. Sentía que quería darle un hogar y el amor de una familia durante su corta vida.
“Cada vez que la miraba, me decía a mí misma: va a ser mi hija”, expresó Nuria, según reporta el portal Montevideo.
Finalmente, Nuria se armó de valor y conversó con su hijo Lázaro, que tenía 9 años en ese momento, con su exesposo y con sus padres, y les contó lo que quería hacer. Para su sorpresa, el apoyo fue total e inició los trámites de adopción.
Al obtener una autorización legal, la joven de 28 años buscó a su pequeña en el hospital y de inmediato la niña comenzó a mostrar cambios positivos, como abrir sus manitos, sonreír y reaccionar ante los diferentes miembros de la familia.
La presencia de Zoe hizo maravillas en la familia. Todos dieron parte de su tiempo; los problemas propios se hicieron irrelevantes ante la labor de cuidar a esta pequeña y hacer que su vida fuese mejor día a día.
Lázaro estaba totalmente feliz porque ahora tenía una hermanita. El padre de Nuria, Juan José, expresó que el amor que sentían por la niña les había copado el corazón y ahora reinaba la paz en su hogar.
MÁS DE UN AÑO
Al llegar el primer cumpleaños de Zoe, la familia descubrió que no estaba preparada para dejarla partir, pero para su sorpresa la niña tampoco parecía estar lista para irse.
Con el asesoramiento de varios profesionales de la medicina, alimentación especial, tratamientos para controlar sus convulsiones y las recurrentes infecciones, Zoe celebró su cumpleaños número 5 y Nuria logró convertirse legalmente en su madre.
Pero todo cambió de pronto en agosto de 2019. Su madre adoptiva supo que algo le pasaba a Zoe y la llevó al hospital, donde sufrió un paro cardiorrespiratorio. Falleció el día 13 de ese mismo mes.
“Me diste mucho, más de lo imaginado. Es por eso que solo quiero decirte gracias mi eterna niña: gracias por dejarme ser tu mamá, gracias por enseñarme todos los días que hay que ir para adelante”, escribió Nuria en su mensaje de despedida para Zoe, según recoge Infobae.