Una mujer deja a su esposo sin motivo, pero después de un tiempo él recibe una carta de ella – Historia de suscriptores

Samuel Martínez era un hombre feliz. Había estado casado con Alejandra durante ocho años y su amor por su esposa crecía con cada aniversario. Su único problema era que estaba encontrando cada vez más estresante su trabajo como ejecutivo de alto nivel en una empresa de ingeniería.

Samuel volvía a su hogar cada día anhelando el momento en que pudiera dejar la carga laboral de lado y relajarse con Alejandra. Una noche llegó a casa y encontró caos, y su vida cambió para siempre.

El hombre abrió la puerta principal, entró, y gritó: “¿Ale? ¡Amor, estoy en casa!”.

En lugar de la habitual respuesta alegre de Alejandra, solo escuchó el sonido de extraños golpes en el dormitorio. Samuel miró a su alrededor y notó que toda la casa estaba desordenada.

En la sala de estar faltaban fotografías y también objetos decorativos. Frunciendo el ceño, Samuel entró en el dormitorio y encontró a su esposa arrojando su ropa en una de las dos maletas que había sobre su cama.

“¡Ale!”, gritó angustiado.”Nena, ¿qué está pasando?”.

Alejandra se apartó del armario para mirarlo a los ojos. Su hermoso rostro estaba muy pálido, pero su expresión era tranquila y decidida. “Hola, Sammy”, dijo. “Hoy volviste a casa temprano. Esperaba haber terminado antes de que llegaras”.

“Bueno, un cliente canceló una reunión, y pensé que podríamos salir a cenar y ver una película”. Entonces Sammy miró las maletas. “¿Qué está pasando, nena?”.

Mujer haciendo maletas. | Foto: Shutterstock

Mujer haciendo maletas. | Foto: Shutterstock

La respuesta de Alejandra fue fría, sin rastro de emoción. “Te dejo, Samuel. Se acabó”.

“¿Se acabó? ¿De qué estás hablando, Ale?”. Samuel jadeaba y sentía un dolor en el estómago, como si hubiera recibido un golpe de un puño gigante. “Por favor, Ale, si esto es una broma, ¡no es nada graciosa!”.

“No es una broma, Sammy. Quiero el divorcio. Mi abogado se comunicará contigo mañana”.

“¿Tu abogado? ¿Tienes abogado?”, preguntó él bastante incrédulo. “Amor, por favor, te amo… Por favor, nena, lo que sea que esté mal lo arreglaremos. Lo que sea que haya hecho para lastimarte”.

“No hay nada que puedas hacer para solucionar esto. He tomado mi decisión y es definitiva”.

Samuel conocía bien la mirada de determinación de su esposa. Su hermosa Alejandra era dulce y complaciente, pero cuando tomaba una decisión, no había vuelta atrás.

“¡Ale!”, susurró Samuel mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. “¿Por qué? Por favor, dime por qué. ¿Ya no me amas?”.

Samuel vio a su mujer respirar profundo y esquivar su mirada. “Te lo dije, Sammy, se acabó. Por favor, no hagas esto más difícil para los dos. No me hagas decir cosas que te lastimen”.

“¿Hay alguien más?”, preguntó enojado. “¿Es eso? ¿Me estás dejando por otro hombre?”.

Hombre pensativo. | Foto: Unplash

Hombre pensativo. | Foto: Unplash

Alejandra se volvió hacia él, su rostro solo mostraba indiferencia. “No quiero discutirlo, Sammy. Lo sabrás todo tarde o temprano, supongo. Pero no ahora, no hoy”.

La desesperación de Samuel alcanzó un punto álgido. Se acercó a Alejandra y la tomó por los hombros. “Ale, Ale… ¡Quiero saberlo ahora! ¡AHORA!”.

Alejandra miró a su esposo a los ojos. “Me estás lastimando”, dijo con firmeza.

Samuel la soltó de inmediato. Su voz era más calmada ahora. “¿Es por mi trabajo? Sé que he estado estresado”.

“No es tu trabajo, no es nada de lo que hiciste, no es nada que puedas cambiar”, respondió ella. “Por favor, no nos hagas esto más difícil a los dos, Sammy. Se acabó”.

Samuel le dio la espalda y se fue. Salió por la puerta principal y siguió caminando. Perdió la noción del tiempo y cuando regresó todo estaba oscuro. Alejandra se había ido.

Caminó por la casa. Todo lo que le recordaba a Ale o su vida juntos ya no estaba. Luego, en el estante superior de su biblioteca, encontró una pequeña caja de música.

Sammy la tomó. Ale y él habían comprado la caja de música juntos en su luna de miel, en un mercado de pulgas en Costa Rica. Estaba hermosamente pintada y cuando la abría se escuchaba una melodía inquietante: “Claro de luna”, de Debussy.

Él pensaba que la melodía era algo triste, pero a su esposa le encantaba. Ahora, escuchando los acordes de la canción, Samuel comenzó a sollozar con el corazón roto.

Caja musical. | Foto: Pixabay

Caja musical. | Foto: Pixabay

Por la mañana se vistió para ir al trabajo. No había dormido nada. Sentía que pasaría mucho tiempo antes de que lograra dormir de nuevo.

Todas las noches, cuando se acostaba en su cama, podía oler el perfume de su esposa. Se aferró a su almohada, se enfureció y suplicó, pero no hubo respuestas. El teléfono nunca sonó. Seguía soñando que la puerta se abría y Ale entraba.

Sam se dedicó en cuerpo y alma a su trabajo. Notó que lograba dejar de pensar en Ale mientras trabajaba, así que se ofrecía a cubrir las horas extra.

Cuando salía de la oficina, a menudo entraba en un bar cercano y tomaba una copa. Una noche se le acercó una esbelta morena de ojos atrevidos. La llevó a casa, y por la mañana lo único que podía oler en su cama era su perfume.

Hubo otras mujeres después de eso, muchas, hasta que conoció a Camila. Camila era divertida, brillante y hermosa, mucho más hermosa que Alejandra.

No pasó mucho tiempo antes de que Camila se mudara con Samuel. Ella lo hacía reír y complacía sus caprichos. Todo marchaba bien, hasta el día en que ella encontró la caja de música en el cajón de su mesita de noche.

Bar. | Foto: Unsplash

Bar. | Foto: Unsplash

“¡Dios mío!”, gritó Camila. “¡Qué es ESTO! ¡Qué basura!”.

“Eso es mío”, dijo Samuel en voz baja. “Por favor, déjalo ahí”.

“¡Por favor!”, dijo Camila riendo. “Es un juguete para niños, ¿por qué quieres tenerlo? Lo voy a tirar”.

“Por favor, déjalo, tiene un valor sentimental”, dijo Samuel frunciendo el ceño. Odiaba ver la delicada cajita en las manos de su nueva novia.

“¿Sentimental? ¿Por qué?”, preguntó ella en tono de burla.

“Era de mi exesposa. Lo compramos en nuestra luna de miel”, le respondió Samuel de mala gana. “¡Por favor, no lo toques!”.

Camila lo miró asombrada. “¡Todavía la amas!”.

“¡NO!”, gritó él enojado. “La odio, pero eso me recuerda un momento feliz en mi vida. ¡Déjalo donde lo encontraste!”.

Camila volvió a colocar la caja de música en el cajón con cuidado y Samuel salió del dormitorio. Nunca volvieron a hablar del tema. A los dos meses del incidente, casi un año después de que Alejandra lo dejara, Sammy recibió una carta.

Miró el sobre. ¡Era de su ex! Samuel lo abrió y de inmediato sacó una carta. Sus manos temblaban.

Sobres. | Foto: Pixabay

Sobres. | Foto: Pixabay

“Mi querido Sammy, hablé con tu hermana Gina y me dijo que te has recuperado y que has seguido adelante con tu vida. Dijo que estás bien y feliz, y eso es todo lo que quería.

El día que me fui había recibido los resultados de algunos exámenes médicos que me hice por mis dolores de cabeza. Tengo un tumor cerebral inoperable, y mi mejor pronóstico no es nada alentador, Sammy.

Sabía que me apoyarías en todo, y sabía que no podía permitirlo. Así que tuve que dejarte, aunque me rompiera el corazón. Tuve que hacer que me odiaras para que siguieras adelante con tu vida.

Sé que has encontrado a alguien y me alegra que estés feliz. Te mereces ser feliz Sammy. Te amo, ahora y hasta mi último día”.

Samuel estaba llorando cuando Camila lo encontró. “¡Cariño ¿Qué pasa?”.

“Mi esposa…” dijo. “Mi esposa…”

“Tu exesposa”, dijo Camila bruscamente. “¡Te refieres a tu EX!”.

Samuel la miró. “Mi esposa, siempre y para siempre mi esposa. Lo siento Camila, tenías razón, la amo. Tengo que estar con ella”.

Una hora después, Sammy estaba llamando a la puerta de un pequeño apartamento al otro lado de la ciudad. Después de lo que se sintió como una eternidad, abrieron la puerta y Samuel miraba fijamente el rostro pálido y delgado de Ale.

Mujer enferma. | Foto: Pexels

Mujer enferma. | Foto: Pexels

Estaba delgada y su cabeza estaba cubierta con un pañuelo de colores. Ella no entendía nada. “¡Sammy! ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo me encontraste?”.

Él sonrió y le tendió la mano. La caja de música descansaba en su palma y sonaban las dulces y tristes notas de “Claro de luna”.

“Vine para estar contigo, Ale. Hice que Gina me dijera dónde estabas.”

“Sam, te lo dije… te lo expliqué en la carta… me estoy muriendo. Dos meses, tal vez algunas semanas más”, dijo ella.

“No importa. Incluso si es una hora. Quiero estar contigo. Te amo”, respondió Samuel.

“Sammy”, susurró Ale. “¡Quería ahorrarte esto! ¡Por eso te dejé! No quería que estuvieras aquí aferrado hasta la última esperanza imposible…”

“¿Qué esperanza imposible?”, preguntó él.

Pareja besándose. | Foto: Pixabay

Pareja besándose. | Foto: Pixabay

“Oh… Hay un médico en Suiza que ha tenido éxito operando casos como el mío”, explicó ella.

“Entonces vayamos a Suiza”, gritó él. “¡VAMOS!”.

“Costaría más de 250.000 dólares solo por la operación. Nunca podríamos pagar eso”.

Samuel sonrió. “Cuando te fuiste, todo lo que tenía para distraerme era el trabajo, así que trabajé. Trabajé tan duro que ahora soy director de operaciones, ¡y mi bonificación anual fue el doble de lo que necesitamos para la cirugía! Es ahora o nunca, mi amor”.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

1. El verdadero amor quiere lo mejor para el otro: Ale dejó a Sammy en el momento en que más lo necesitaba para evitarle la agonía de verla morir de un tumor inoperable.

2. El amor supera cualquier obstáculo: A pesar del dolor por el que pasó cuando ella lo dejó, Samuel todavía la amaba y estaba decidido a pasar el resto de su vida a su lado.

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