El gerente de un restaurante vio a una chica sin hogar que estaba muy hambrienta y cansada. En lugar de ahuyentarla, decidió alimentarla. A partir de ese momento, su vida dio un giro.
Una tarde, una mujer de 30 años llamada Carla entró en un restaurante italiano vestida con ropa holgada y sucia. Mientras caminaba hacia el área de recepción, los clientes la miraron y comenzaron a susurrar.
Era un día frío en Nueva York y, a diferencia de todos los demás, la chica no llevaba abrigo. Se acercó al camarero y le preguntó si le podían regalar un vaso de agua, pues hacía dos días que no bebía nada.
Un restaurante lleno de gente. | Foto: Shutterstock
Sin embargo, al ver la apariencia de la mujer, el mesero la escoltó hasta la salida del lugar y le dijo que nunca regresara. Carla se quedó afuera durante un minuto, preguntándose dónde podía encontrar un alma amable que pudiera darle algo de beber.
De repente, el gerente del restaurante, Pedro, se acercó a ella y le dijo: “Mis disculpas por el comportamiento de nuestro personal, señora. Por favor, entre y le daré un vaso de agua”.
La chica le agradeció y se sentó en una de las sillas. Todos los ojos estaban puestos sobre ella, que miraba hacia abajo con vergüenza. Cuando el gerente le preguntó si le gustaría comer, ella negó y dijo que no tenía suficiente dinero.
Sin embargo, el hombre le pidió al personal de la cocina que preparara un platillo para Carla, y que no tenía que pagar. Mientras comía, Pedro notó que la chica era una mujer educada y le preguntó el motivo.
“Me criaron bien mis padres, que eran miembros de la alta sociedad. Sin embargo, cuando estaba en la escuela secundaria me enamoré de un hombre de los Estados Unidos y decidimos fugarnos”, le contó.
Una mujer angustiada apretando sus manos sobre su pecho. | Foto: Shutterstock
“Me dijo que mantendría a nuestra familia, así que decidí no tener una educación universitaria. Mis padres me repudiaron una vez que se enteraron de mis planes. Entonces vine a los Estados Unidos con mi pareja, que es su país de origen”, dijo la mujer.
“Pero hace dos semanas descubrí que me estaba engañando y me enojé. Así que me echó de su casa y desde entonces estoy sin hogar”, agregó.
Pedro se sintió conmovido por la historia de la chica y le ofreció un lugar para quedarse. Era un estudio vacío en el que Carla podía vivir por el momento. Aunque ella se negó al principio, se echó a llorar cuando el hombre insistió.
Al día siguiente, Pedro se acercó al lugar a llevarle alimentos a la mujer. A cambio, ella le cocinaba y compartían una deliciosa comida. En una semana, Carla encontró un trabajo y pudo comprar ropa nueva.
De repente, parecía una chica de la alta sociedad. Pedro la visitaba con más frecuencia y, como de costumbre, ella le cocinaba. Naturalmente, la pareja se hizo más cercana y desarrollaron sentimientos el uno por el otro.
Hombre dándole una rosa roja a una mujer. | Foto: Shutterstock
Un día, Carla le preguntó a Pedro si podía empezar a pagar el alquiler, pues había pasado cuatro meses viviendo gratis en el lugar. “Tengo una idea mejor”, respondió el hombre. “¿Por qué no vienes a vivir conmigo?”.
La mujer sonrió, pero le dijo que quería tomar las cosas con calma en su relación. Él entendió y estuvo de acuerdo.
El tiempo pasó volando, y pronto, Carla estaba lista para mudarse con su novio. Durante su gran mudanza, le preguntó a Pedro: “¿Por qué me ayudaste ese día? Yo estaba sin hogar. No me conocías. ¿Por qué ayudarme?”.
Pedro le explicó que su madre fue expulsada en una ocasión de la casa de su padre biológico después de que ella decidió continuar con su embarazo.
“Mi padre no quería tener un hijo, pero mi madre sí deseaba tenerme. Entonces, él la echó de la casa mientras estaba embarazada, durante el invierno”, dijo.
“Mi mamá habría muerto de frío si no la hubieran ayudado dos buenos samaritanos”, agregó. “Así que siento la necesidad de devolver el acto de bondad a todos los que conozco”.
Una mujer abrazando a un hombre por su espalda. | Foto: Shutterstock
Carla se sintió conmovida por la historia de Pedro y supo que su hombre tenía buen corazón. En poco tiempo, él le propuso matrimonio y los dos tuvieron un bebé.
Hasta el día de hoy, Pedro sigue agradeciendo haber ayudado a una mujer necesitada que luego se convertiría en la persona con la que comenzaría una familia.
¿Qué podemos aprender de la historia de Pete?
1. Hacer cosas buenas por los demás puede llevarte a hacer un bien por ti mismo.
2. Un pequeño acto de bondad puede significar mucho para alguien.
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