César y Lili forman un matrimonio corriente que está criando a dos hijas adolescentes. Aunque a veces atraviesan por algunas dificultades, superan todos los obstáculos juntos y son felices.
A estos padres lo único que les falta es dinero. Por eso, confiando en la buena fortuna y sintiéndose un hombre con suerte, César compra un boleto de lotería todas las semanas.
El padre de dos tenía la premisa de que tarde o temprano le llegaría su turno. ¡Y le llegó! ¡Ganó la lotería! Ahora dejó de ser pobre y le dio la noticia a su familia.
Hombre besa billetes de lotería. | Foto: Shutterstock.
UN HOMBRE CON ESPERANZA
César era un hombre promedio que trabajaba como guardia de seguridad en un establecimiento comercial, mientras que su amada esposa, Lili, formaba parte del personal de mantenimiento de una escuela pública de la ciudad.
Aunque no ganaban mucho, les alcanzaba para mantener su hogar y ser una familia feliz. Vivir en la pobreza lo empujó a tener la esperanza de obtener una riqueza inesperada con el sorteo de lotería. A menudo, abusaba de esa aspiración comprando innumerables billetes de lotería.
Inicialmente, la pareja, con sus dos hijas de 10 y 12 años, se sentaban frente al televisor mientras esperaban el anuncio de la combinación ganadora. Pero pasaron los años y no ocurrió nada.
Lili pensó que era inútil desear tal milagro, por lo que ella y las niñas dejaron de apoyar a César en sus sueños. Sin embargo, él permaneció imperturbable con el cambio de rumbo de su esposa.
Él continuó comprando más billetes de lotería con la esperanza de aumentar sus posibilidades de victoria. Pero a Lili le preocupaba la determinación de su esposo. Decía que debían gastar sus ahorros de forma sabia.
La mujer le sugirió a su marido que el dinero que usaba para comprar los boletos de la lotería lo invirtiera en algo bueno para sus hijas. Al menos, les brindaría alegría en su sencilla vida.
Pareja discutiendo | Foto: Shutterstock.
El hombre no le hizo caso y siguió enfocado en su objetivo. Incluso, dejó de pagar algunas facturas por gastar la plata en el azar, y hasta estaba usando indebidamente los ahorros familiares.
Cada vez compraba más y más boletos de lotería. Hasta llegó a pedir prestado a algunos amigos y parientes porque no podía dejar de tener los lotos.
Decía que todo su esfuerzo y sacrificio sería recompensado desde el cielo. Y así fue. Una noche Lili escuchó a César gritar. Confundida, logró oírle decir “sí, sí, lo hice. Dios me escuchó”.
César había ganado un millón de dólares gracias a uno de los boletos de lotería que había comprado. La existencia de su familia cambió por completo.
César, Lili y sus dos hijas dejaron la pobreza y ahora tienen una vida de lujo. Disfrutan de una moderna casa y ahora la madre está enfocada en la crianza de sus niñas.
Por su parte, los retoños del matrimonio asisten a una prestigiosa escuela privada. Tienen ropa nueva y a la moda. Además, son unas de las niñas más populares de su comunidad.
Por su puesto, César dejó de gastar en los boletos de lotería e invirtió parte de su fortuna en un negocio. Decidió premiarse por tantos años de esfuerzo comprándose un Porsche.
Sin embargo, su felicidad no duró mucho. Sufrió un accidente automovilístico por conducir a exceso de velocidad y sus ojos se apagaron para siempre.
Flores sobre una tumba. | Foto: Shutterstock.
Antes de morir estuvo internado varios días en un hospital. Trató de sobrevivir, pero no pudo. Lili quedó devastada. El dinero obtenido con la lotería no borra ningún dolor.
Sus hijas le han manifestado a la madre que extrañan mucho a su papá. Que darían todo lo que tienen por tenerlo entre sus vidas nuevamente.
La esposa de César decidió contener las lágrimas para no hacer sufrir más a sus hijas. Tener una fortuna no significa nada para ella si su marido no está a su lado.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
1. No se debe apostar todo para ganar la lotería: Aunque al final César ganó, fue pura suerte lo que tuvo. Si no hubiera ganado, el hombre tal vez estaría vivo.
2. Toda la riqueza del mundo no será suficiente para salvar una vida: La salud es riqueza, como dice el refrán.
Comparte esta historia con tus amigos. Podría inspirar a las personas a compartir las propias o ayudar a otra persona.