Vicente era un hombre orgulloso de sus logros. Se graduó de la universidad y obtuvo un buen trabajo casi de inmediato.
No solía tener muchas citas, pero sostuvo un romance con una hermosa mujer llamada Alicia. Unos meses después, ella apareció en la puerta de su casa con un bebé.
Padre e hijo atraviesan un problema. | Foto: Pexels
EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS
Alicia le dijo que él era el padre y luego desapareció para siempre. No podía creerlo. Ella no había dicho nada sobre haber quedado embarazada. Pero una rápida prueba de ADN demostró que estaba diciendo la verdad. Entonces, Vicente se convirtió en padre soltero en un abrir y cerrar de ojos.
Siempre se tomó las responsabilidades en serio, y por este bebé, al que llamó Andrés, haría cualquier cosa. Su trabajo pagaba bien a todos sus empleados, por lo que el niño creció sin ninguna carencia y recibiendo todo el amor de su papá.
Desafortunadamente la ciudad donde vivían atravesó una gran crisis económica y Vicente perdió su trabajo cuando su empresa quebró. Aunque tenía algunos, ahorros sabía que tenía que conseguir un nuevo empleo rápidamente.
COMENZÓ A CAMBIAR
Pasaron varios meses y seguía sin trabajar. Parecía casi imposible conseguir una vacante en la que desarrollar su profesión.
La angustia por no tener con qué atender las necesidades de su hogar comenzaron a abrir una brecha en la relación entre Vicente y Andrés.
Él pasó de ser un padre atento a un papá mal humorado. Para aliviar su tensión comenzó a beber y cuando estaba borracho le gritaba a su hijo.
“Papá, tal vez no deberías beber whisky esta noche”, le dijo Andrés una noche después de que su padre llegó a casa y fue directamente a la despensa donde guardaban el licor.
Sin embargo, él le dijo que no se preocupara, que solo se tomaría un vaso para calmarse. Argumentó que había tenido un día difícil.
Pero nunca era solo un vaso. Y cada noche era peor. Luego iba a embriagarse a bares y llegaba muy tarde a casa.
Hombre preocupado. | Foto: Pexels
SE CUIDABA SOLO
Aunque Andrés había crecido bastante, era un chico de 14 años que se cuidaba solo. No sabía qué hacer. Primera vez en la vida en que las cosas en su hogar se salían de control. Estaba atravesando la pubertad y la escuela era dura. El niño necesitaba a su padre más que nunca.
Vicente había conseguido algunos trabajos de tiempo parcial con los que ganaba algo de dinero. Como eso no era lo que esperaba, continuaba buscando un buen empleo.
Un día, su teléfono sonó durante su turno como cajero en una tienda de comestibles. Era la secretaria del director de la escuela donde estudiaba Andrés.
“¿Qué está pasando? ¿Se trata de mi hijo?”, preguntó con preocupación. Era la primera vez que lo llamaban desde la escuela. Andrés siempre había sido un buen estudiante y un chico sin problemas.
“Sí, se trata de Andrés. Lamento informarle que ha estado involucrado en una pelea con otro estudiante. Necesitaremos que venga tan pronto como pueda”, dijo la persona al otro lado del teléfono.
Al llegar al instituto educativo, Vicente se reunió con el director y el padre del otro alumno. Al parecer, Andrés fue el que inició la pelea y sería suspendido varias semanas.
Aunque en el pasado el chico no se había metido en problemas, la violencia era un tema que se tomaban muy en serio en su escuela.
Vicente se disculpó en nombre de su hijo y le dijo al director que no volvería a ocurrir. “¿Qué estabas pensando, Andrés? ¿Peleando sin motivo en la escuela? ¡Eso no es propio de ti!”, dijo mientras iban de regreso a casa.
El adolescente resopló y solo le contestó: “No lo sé papá. Como sea”. Su actitud preocupó mucho al padre soltero.
Al llegar a su hogar, Vicente le comunicó a su hijo que tenía que regresar a la tienda. También le dijo que entendía que estaba creciendo, pero que no podía ser una persona violenta.
Expresó que ya las cosas estaban bastante difíciles para tener que lidiar con otro problema más. Vicente estaba enojado con Andrés. No quería que el escenario de su vida empeorara con el mal comportamiento del chico.
Chico sentado en el pasillo de una escuela. | Foto: Shutterstock
POCO DESPUÉS
Días más tarde volvieron a llamar de la escuela. Esta vez, el director tenía una lista detallada de varias cosas que Andrés había hecho mal. Destrozó un mural en la cafetería, intimidó a un compañero más joven en el baño e insultó a uno de sus maestros.
Las faltas incluidas en el expediente del joven serían puntos negativos para él cuando intentara solicitar su ingreso a alguna universidad.
Mientras estaban frente al director, Andrés tenía la cabeza hacia abajo y solo veía sus zapatos. Molesto por la situación su padre le preguntó: “¿Quién eres tú?”. Estaba sorprendido de que hubiera hecho bullying y se comportara incorrectamente.
Tras la pregunta del padre, el hijo explotó y le lanzó otras: “¿Quién soy? ¿Quién eres tú? ¡Ya no estás en casa! ¡Y siempre que estás bebes y gritas! ¡No eres el padre que conocía!”, precisó el adolescente.
Vicente quedó sorprendido por la revelación de su hijo. El director también se impactó. Andrés continuó desahogándose.
Manifestó que entendía que su papá estaba sin trabajo, pero destacó que él perdió a su padre después de eso. Detalló que eso lo hacía sentir enojado y que no podía controlarlo. Llorando y tapando su rostro con sus manos expresó que no sabía lo que estaba pasando con su vida.
Vicente recordó cómo había estado actuando en los últimos meses y se sintió muy mal. Su hijo tenía razón. No había estado allí y estaba ahogando sus preocupaciones en licor. Con sus ojos llenos de lágrimas le pidió disculpa a su hijo y le prometió que haría las cosas mejor.
El director mostró simpatía por Andrés porque no sabía que las cosas iban mal en casa. Solo fue castigado con servicio comunitario y una suspensión.
Adolescente. | Foto: Pexels
DISPUESTO A MEJORAR
Mientras tanto, Vicente entró en un programa para ayudarlo a dejar de beber y programó perfectamente sus trabajos de medio tiempo para pasar más tiempo al lado de su hijo.
Finalmente, consiguió un puesto permanente en una empresa de prestigio con grandes beneficios e incentivos para las familias.
Andrés estaba pasando por un momento crucial y Vicente era el único con el que contaba para superarlo con éxito. No volvería a fallarle a su hijo.
¿Qué puedes aprender de esta historia?
1. Siempre debes estar presente para tus hijos: Algunos padres se preocupan tanto por la vida que se olvidan que sus chicos también merecen atención.
2. Evita todos los vicios: Aunque pueden calmar a las personas por un momento, llegan a convertirse en tus peores enemigos.
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