Abandonan a gemelos recién nacidos en el umbral de una iglesia, y no había un alma cerca – Historia del día

Lucía era la única hija de un poderoso hombre de negocios conocido en toda la ciudad. Su madre había muerto al dar a luz, por lo que su padre, Domingo, la crio solo y tenía grandes esperanzas en su futuro.

Domingo le daba a su hija todo lo mejor: educación, ropa y autos, pero al mismo tiempo, decidía todo por ella y nunca le pedía su opinión. De hecho, incluso su único pasatiempo, dibujar, lo consideraba una tontería y una pérdida de tiempo.

Conjunto de lápices. | Foto: Pixabay

Conjunto de lápices. | Foto: Pixabay

Siendo una hija obediente, Lucía siempre estuvo de acuerdo con lo que su padre decidiera por ella. Sin embargo, a la hora de elegir una universidad, la obediente chica se atrevió a declarar sus intenciones.

“¡Papá, gané un concurso de arte y, como premio, recibí una beca en una de las mejores escuelas de arte de la ciudad!”, Lucía le dijo a su papá alegremente.

“De ninguna manera, Lucía”, replicó Domingo. “Ya elegí una universidad prestigiosa para que estudies finanzas y negocios”.

“Pero papá…”

Antes de que Lucía pudiera terminar su oración, Domingo la interrumpió. “Espero que no me decepciones, Lucía. ¡Siempre quise verte siendo una emprendedora exitosa!,” le dijo a ella. Con eso, su padre volvió a decidir por ella, y Lucía fue a la universidad que él quería.

Chico de ojos azules. | Foto: Pixabay

Chico de ojos azules. | Foto: Pixabay

La pobre Lucía despreciaba pasar tiempo con estudiantes aburridos y arrogantes en la universidad con los que no tenía nada en común. El único amigo que hizo fue Nicolás, un camarero de ojos azules que trabajaba en la cafetería de la universidad.

Nicolás notó que Lucía estaba sentada sola en la tienda, dibujando casi todos los días, pero nunca se acercó a ella. Sin embargo, hoy, el dibujo de Lucía le llamó la atención y finalmente expresó sus pensamientos.

“Dibujas bastante bien, pero ¿no crees que son un poco deprimentes?”, dijo Nicolás mientras colocaba el pedido de Lucía en su mesa.

“Bueno, representan mi estado interior”, dijo Lucía, “¡así que no es de extrañar que se vean deprimentes!”

“Bueno, entonces agrega algunos colores, y se verán más brillantes, ¡y tú también!”, Nicolás respondió con una sonrisa. “Pero si no puedes hacer eso solo, ¡déjame hacerlo más brillante para ti!”

A partir de ese día, Lucía y Nicolás comenzaron a verse a menudo. Lucía visitaba la cafetería todos los días y, con el tiempo, su amistad se convirtió en una relación.

Chica triste. | Foto: Pixabay

Chica triste. | Foto: Pixabay

Pronto, se confesaron sus sentimientos, y Lucía estaba feliz de poder finalmente ser ella misma con él. Después de todo, Nicolás nunca le decía qué hacer, como su padre. Sin embargo, muy pronto, el autoritario señor Domingo se enteró de que estaba saliendo con un camarero.

Un día, Domingo decidió recoger a su hija en la universidad, pero vio a Lucía y Nicolás saliendo del campus tomados de la mano. En poco tiempo, perdió la calma. “¿Qué estás haciendo, Lucía?”, dijo el hombre, molesto. “¿Y quién diablos es este tipo?”

Lucía estaba aterrorizada. “Bueno, papá, él es Nicolás, mi amigo. Él trabaja en la cafetería de la universidad”, de alguna manera se armó de valor para hablar.

Domingo la fulminó con la mirada: “¡¿Eres amiga de un camarero?!”

“Bueno, papá …”

Pero antes de que Lucía pudiera explicar algo, Domingo arremetió contra Nicolás. “Será mejor que te mantengas alejado de mi hija; de lo contrario, te arrepentirás. Y tú —se volvió hacia Lucía— ya no vendrás a la universidad sola. ¡Mi chofer te dejará y te recogerá a partir de ahora!”

Desde ese día, el conductor de Lucía impidió que Nicolás y ella se vieran. Pronto, Lucía comenzó a sentirse enferma y pensó que se debía al estrés y la ansiedad, pero cuando visitó al médico, se quedó atónita. Estaba a punto de convertirse en mamá.

Mujer embarazada. | Foto: Pixabay

Mujer embarazada. | Foto: Pixabay

Dado que su padre le prohibía ver a Nicolás, Lucía comenzó a escabullirse de su casa por la noche para encontrarse con él. En el proceso, la pareja se volvió demasiado íntima una noche, una cosa llevó a la otra, y ella ahora estaba embarazada.

Lucía estaba horrorizada. No podía revelarle la verdad a su padre y tampoco quería interrumpir el embarazo.

Entonces, a medida que avanzaba su embarazo, persuadió a su padre para que la dejara vivir en el dormitorio de la universidad y vestía ropa bastante holgada para ocultar su panza. Sin embargo, entre cielo y tierra no hay nada oculto, y el padre de Lucía se enteró de su embarazo.

Debido al estrés, Lucía se derrumbó en la universidad un día y tuvo que ser trasladada de urgencia al hospital. Cuando abrió los ojos, encontró a su papá junto a su cama. La institución se había puesto en contacto con su padre y le había informado sobre la situación.

Domingo ya estaba molesto porque Lucía estaba embarazada, y cuando se enteró de que Lucía estaba dando a luz gemelos, se puso furioso. Él los vio como una amenaza para el futuro feliz de Lucía, así que como el hombre controlador que era, sobornó al médico y la obligó a decirle a Lucía que sus hijos habían muerto.

Mujer triste. | Foto: Pixabay

Mujer triste. | Foto: Pixabay

Más tarde esa noche, encontró una bolsa de lona, ​​metió a los gemelos en ella y los dejó en el umbral de la iglesia más cercana. Afortunadamente, el sacerdote de la iglesia descubrió a los niños y se los llevó.

A Lucía le rompió el corazón cuando supo por el médico que sus hijos ya no estaban vivos, pero su padre la consoló y le aseguró que estaría bien. “No te preocupes, Lucía. Tienes un largo camino por recorrer”, le dijo.

Pero Lucía ya no podía vivir esa extraña vida, y al día siguiente, Nicolás la ayudó a escapar a otro estado. Cambiaron sus nombres para que Domingo no los encontrara. También se casaron y comenzaron una nueva vida.

Pasaron doce años, pero Dios no les envió más hijos, aunque bendijo el negocio de Nicolás. A Nicolás se le ocurrió el exitoso concepto de una cafetería para personas solitarias, donde ellas pudiesen conocer a un amor, como le pasó a él con Lucía. Y pronto, se hizo rico vendiendo la franquicia.

Dos chicos tomados de la mano. | Foto: Pexels

Dos chicos tomados de la mano. | Foto: Pexels

Lucía se convirtió en una artista y crítica de renombre, y fue de invitada especial a un concurso nacional de arte para entregarles los premios a los ganadores. Pero cuando los vio, casi se desmayó.

Frente a ella estaban dos niños gemelos que eran la viva imagen de su esposo. “¡Bien hecho muchachos! ¡Sus padres estarán orgullosos de ustedes!”, exclamó Lucía mientras les entregaba el premio.

“No tenemos padres. Vivimos en un orfanato en el centro de la ciudad, en Guadalajara”, respondió uno de los niños.

Cuando Lucía escuchó el nombre de su ciudad natal, se dio cuenta de que algo andaba mal. Les dio un gran abrazo y les dijo que se volverían a encontrar pronto.

Al día siguiente, la chica tomó un vuelo a su ciudad natal y decidió verse con su padre, con quien no había hablado en años. “Mis gemelos no murieron esa noche, ¿verdad?”, le preguntó a aquel hombre que ahora se veía anciano y débil.

Dos hermanitos. |Foto: Pexels

Dos hermanitos. |Foto: Pexels

“Ay, Lucía, lo siento”, respondió Domingo en voz baja. “Solo quería una vida mejor para ti”.

Lucía estaba furiosa. “¡Te odio por esto, papá! ¡No puedo creer que separaste a mis hijos de mí!”

Los ojos de Domingo se llenaron de lágrimas. “Por favor, no me odies, Lucía. La vida ya me ha castigado bastante. Estoy muy enfermo. Solo me quedan unos meses de vida”.

Lucía estaba muy molesta, indignada. Este hombre le había robado 12 años de vida con sus hijos. Sin embargo, ella no quería venganza. Ella simplemente se fue y nunca regresó a su casa.

Documentos siendo firmados. | Foto: Pexels

Documentos siendo firmados. | Foto: Pexels

El papá de Lucía murió muy rico y muy solo. Su dinero no pudo comprarle la felicidad ni la salud. Por otro lado, Lucía y Nicolás adoptaron a sus hijos de aquel orfanato, les explicaron lo que pasó, y vivieron felices para siempre.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

1. El dinero no puede comprar la felicidad.

2. La familia es la mayor fortaleza, y aquellos que pasan tiempo con los suyos son realmente bendecidos.

Comparte esta historia con tus amigos. Podrías alegrarles el día e inspirarlos.

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