Miguel Urrutia siempre quiso un matrimonio igual al de sus padres. Llevaban casados 33 años, y aunque su madre tuvo una apoplejía quince años atrás y quedó discapacitada, su padre la cuidaba con devoción.
El hombre creía que quería exactamente eso, un amor que vaya más allá de los problemas físicos, un amor que sea para siempre, en la salud y en la enfermedad. Miguel creía haber hallado ese amor con Rita, pero sus ilusiones estaban a punto de hacerse añicos.
Rita. | Foto: Unsplash
Miguel conoció a Rita en la iglesia, y quedó inmediatamente encantado por la hermosa mujer rubia de ojos azules. Rita acababa de empezar a trabajar en la farmacia local. Ella y Miguel charlaron cuando él fue a buscar los medicamentos de su mamá.
Tras un rato, Miguel superó su timidez e invitó a salir a Rita. Fue el principio de uno de los tiempos más felices en la vida de Miguel hasta ese momento. Estaba enamorado, y creía que Rita sentía lo mismo.
Miguel decidió presentar a la mujer que amaba a sus padres. Llevó a Rita a casa un domingo, para almorzar, y vio la cara de su madre iluminarse al verla. Su madre sujetó la mano de Rita y le habló con cariño.
Tristemente, sus palabras eran incomprensibles para la mayoría. Pero Miguel la entendió. “Mamá dice que eres la chica más bonita del mundo, Rita”, tradujo el hombre. Rita sonrió y abrazó a la mamá de Miguel.
El papá de Miguel entró sonriente y extendió su mano. “¡Rita!”, exclamó. “¡Te he visto en la farmacia! Entonces, ¿tú eres la chica que se robó el corazón de mi Miguelito?”.
Almuerzo. | Foto: Unplash
Rita sacudió la mano del papá de Miguel, sonrojada. “Encantada de conocerlo, Sr. Urrutia”. Pero el papá de Miguel sacudió la cabeza. “Llámame Leo, ¿sí? Hace tiempo desde que una mujer bonita me dice Leo”.
Su papá lo decía en broma, pero Miguel vio una expresión de dolor cruzar el rostro de su madre. Tuvieron un agradable almuerzo, y Miguel quedó conmovido por lo gentil y dulce que fue Rita con sus padres.
Esa noche, le dijo a su papá que tenía intenciones de pedirle a Rita su mano en matrimonio. Esperaba recibir el apoyo de su padre, pero para su sorpresa, el hombre respondió “¿Casarte? Ella es linda, Miguel, pero, ¿no estás un poco joven?”.
Miguel se rió. “¡Vamos, papá! Soy mayor de lo que tú eras cuando yo nací”. Leo sacudió la cabeza. “¡Sí que lo eres, hijo mío! Pero piénsalo dos veces antes de hacer la gran pregunta”.
La mamá de Miguel sonrió cuando el joven le contó sus planes, y cuidadosamente se quitó su anillo de compromiso y se lo puso en la mano. “¡Mamá, no puedo recibir esto!”. Pero ella estaba decidida: Rita debía tener el anillo de la familia.
El armario de Rita. | Foto: Shutterstock
Dos días después, Mike se escondió en el departamento de Rita con un enorme ramo de rosas y el anillo de compromiso. Se escondió en un armario y esperó a que ella llegara a casa.
Parado ahí, entre los vestidos de Rita, rodeado por su perfume, Miguel soñaba con estar con ella para siempre. Finalmente, oyó la llave en la cerradura, y luego la dulce voz de Rita. La escuchó entrar a la alcoba.
Entonces oyó la voz de un hombre pronunciar su nombre. Miguel se quedó sin aliento. ¿Un hombre en la habitación de Rita? Empujó la puerta del armario ligeramente, y pudo ver a Rita en los brazos de un hombre alto, besándolo apasionadamente.
El hombre echó a Rita sobre la cama y entonces la luz iluminó su rostro. Era el padre de Miguel. Con el estómago revuelto, Miguel se sentó en el piso del armario, escuchando cada sonido y susurro de traición.
Finalmente, se quedaron dormidos, y Miguel se escabulló. Estaba fúrico, y quería venganza. Los quería muertos. Vio el auto de su padre estacionado frente al edificio de Rita, y supo que sería la venganza perfecta.
Vehículo. | Foto: Unsplash
Abrió el capó del auto y desconectó los frenos. Cuando llegasen a la subida inclinada en la entrada del pueblo, los frenos fallarían, y las dos personas que arruinaron su vida y la felicidad de su madre estarían muertos.
Pero cuando Miguel llegó a casa, no podía sacar el rostro de su padre de su mente. Su gentileza, su bondad, lo cariñoso que era con su esposa. Leo había cometido un grave error, pero Miguel no podía dejarlo morir.
Subió a su auto y condujo hasta el hogar de Rita. Su padre y Rita estaban en el auto, a punto de salir, y Miguel bloqueó su vehículo con el suyo.
Su padre salió del auto de un salto. Estaba pálido. “Miguel, no es lo que parece”.
“Sí, sí lo es, papá”, le dijo Miguel con tristeza. “Vi y escuché todo lo que Rita y tú hicieron esta tarde, y envenenó mi corazón de tal forma que corté tus frenos. Quería matarte”.
“¡Miguel!”, exclamó su padre. “Hijo, lo siento tanto. Te amo, y amo a tu madre. Fue esta locura…”
Rita besando al hombre. | Foto: Unsplash
“Yo entiendo la locura, papá. Fue locura lo que me hizo querer matarlos a los dos. Pero ahora me doy cuenta de que te amo más de lo que jamás podría odiarte”, dijo Miguel.
Leo y Miguel se abrazaron y lloraron. Leo dijo “Amo a tu mamá, Miguel. La amo. Pero un día… ella me besó, y no me pude resistir…”.
“¿Ella te llegó a TI?”, exclamó Miguel. “¿Cuándo?”, preguntó.
Leo sacudió su cabeza. “Hace meses, antes de que ustedes comenzaran a salir. La conocí en la farmacia, y luego me la encontré en el supermercado. Así fue como empezó”.
“Un amorío… ¿y no dijiste nada?”.
“Cuando entraste con ella por la puerta, no lo podía creer”, dijo Leo. “Estaba jugando con nosotros dos. Lo sabía, pero igual la deseaba. Lo siento tanto hijo, lo siento tanto”.
Hombre pensativo. | Foto: Unsplash
En ese punto, Rita se salió del auto. “Miguel, bebé”, dijo, viéndolo con sus grandes ojos azules. “Te amo bebé. ¿Estás bien?”. Cada palabra que decía era una mentira. Miguel la miró, y luego miró a su padre.
Vio el mismo asco en los ojos de su padre. “Vamos papá, mamá está en casa esperándonos. Déjame llevarte en mi auto”.
Dejaron a Rita parada ahí, y ninguno de ellos volvió a verla de nuevo.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
La belleza es superficial, y puede ser engañosa. Rita era tan hermosa que Miguel creyó que debía ser una buena persona, pero estaba equivocado.
Todos podemos caer en la tentación, pero lo importante es el arrepentimiento. Tanto Leo como Miguel cometieron terribles errores, pero ambos se arrepintieron e hicieron enmiendas.
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