Papá se niega rotundamente a llevar a su hija al altar por una buena razón – Historia del día

Mi hija Alicia y yo no nos hemos hablado en años. Cuando cumplió los 18 años, descubrimos que ella no era mi hija biológica. Mi esposa, Clara, me había sido infiel con un amigo, y ese supuesto amigo, Jaime, era el padre de Alicia.

Honestamente, a mí me daba igual si Alicia era mi hija o no. Siempre la he tratado como mi hija, y siempre la trataré como mi hija. Pero tristemente, Alicia no veía las cosas de la misma forma.

Hija molesta con padre. | Foto: Shutterstock

Hija molesta con padre. | Foto: Shutterstock

“¿Cómo pudiste hacerlo, papá?”, dijo Alicia con furia un día, luego de llegar a casa de la universidad. “Ah, espera, ¿debería aún llamarte papá?”.

“Hija, yo quería decírtelo”, le expliqué. “Pero pensé que el hecho de que Clara y yo nos estemos divorciando ya sería demasiado. No quería abrumarte. Lo siento”.

“¡No, papá!”, gritó Alicia. “Tus disculpas no van a mejorar la situación”.

“Alicia, por favor, eres todo lo que tengo ahora”, rogué. “No quiero perderte. No me importa que no seas mi hija biológica, me da igual. Te amo como sea, cariño”.

Alicia me miró con desdén. “Bueno, si me amaras, no me habrías ocultado la verdad sobre mi verdadero padre”.

“Pero, Alicia…”. Pero antes de que pudiera decir nada, Alicia había tomado sus cosas y se había marchado.

Hija discutiendo con padre. | Foto: Shutterstock

Hija discutiendo con padre. | Foto: Shutterstock

Yo quedé devastado. A mí no me importaba si Alicia prefería a su padre biológico y no a mí. Pero el hecho de que ni siquiera pensara un segundo en todos los años de amor y cariño que le di como padre realmente me dolió.

A partir de ese día, intenté contactar a Alicia en varias oportunidades. A veces, dejaba de ir al trabajo para visitarla en la universidad. Pero siempre que intentaba hablar con ella, me ignoraba y se marchaba.

Un día me llegó un correo electrónico de la universidad de Alicia. No le estaba yendo muy bien en los estudios. Había reprobado varias clases, y la universidad le había dado una advertencia. Debía mejorar sus calificaciones o sería echada.

Me preocupó la situación, así que intenté contactarla de nuevo. Por suerte, esta vez atendió el teléfono. “¡No vuelvas a llamarme, o te reportaré a la policía!”, dijo, a punto de colgar el teléfono.

“Alicia, espera”, le dije. “Prometo no volver a llamarte, no se trata de mí esta vez. Se trata de tus estudios”.

Padre preocupado al teléfono. | Foto: Shutterstock

Padre preocupado al teléfono. | Foto: Shutterstock

Podía oír los gritos de Alicia a través del auricular. “¡Dios mío! ¿No te cansas de fingir que eres una figura paterna? ¿Cuánto tiempo vas a seguir portándose así?”

“Pero, cariño, es que me preocupa lo que te pueda pasar”, le dije.

“¡Suficiente, Marcos!”, me dijo. “Si vuelves a llamar, o venir acá a buscarme, ¡ya sabes cuál será el próximo paso!”, agregó, y desconectó la llamada.

Quedé pasmado. ¿Marcos? ¿De verdad mi hija me acababa de llamar por mi nombre?

Si eres padre, de seguro podrás imaginarte lo impotente que me sentí en ese momento. Cuando un hijo no quiere escuchar, puede ser imposible que cambien de parecer. Creen que solo finges que te importan para manipularlos.

A partir de ese momento, Alicia no volvió a dirigirme la palabra, y yo tampoco intenté hablar con ella. No esperaba volver a oír de ella. Después de todo, estaba muy feliz con Jaime y Clara.

Hombre mayor viendo viejas fotos familiares. | Foto: Shutterstock

Hombre mayor viendo viejas fotos familiares. | Foto: Shutterstock

Pero un día, Alicia finalmente me escribió un mensaje de texto. Y el mensaje me hizo pensar que rechazar su petición fue la mejor decisión.

“Hola papá, es Alicia”, rezaba el mensaje.

¿Papá? ¿No recuerda que me llamo Marcos, o escribió el mensaje al número equivocado?

“Estoy comprometida, y quisiera que me llevaras al altar”, decía el mensaje. “Sé que hemos tenido una relación turbulenta en el pasado, pero realmente necesito tu ayuda. Mi prometido, Adán, ha sido mi único apoyo desde que mi padre murió hace dos años”.

Poco a poco fui comenzando a imaginar hacia dónde iba el mensaje.

“Y ahora su mamá insiste en que él te conozca. Puede cancelar toda la boda si tú y mi mamá no están ahí. Adán viene de una familia muy unida, y su mamá quiere que se case con una mujer que sea unida con sus padres y sepa valorar las relaciones”.

Joven desesperada hablando por teléfono. | Foto: Shutterstock

Joven desesperada hablando por teléfono. | Foto: Shutterstock

Alicia también escribió que era mi culpa que nuestra relación se hubiese arruinado, porque no le había revelado la identidad de su padre. Me pidió que olvidara todo y fuera a su boda. Quedé impresionado de que no entendiese lo equivocada que estaba.

Solo le interesaba la boda. No sé qué habrías hecho tú en esa situación, pero yo le dije que no. Me escribió de nuevo esa noche pidiendo ayuda, pero mi respuesta fue la misma.

Sinceramente, si me hubiese perdido perdón aunque fuese una vez, probablemente habría dicho que sí. Pero Alicia no pensó en mí ni un instante. Lo único en lo que pensó fue en su boda ideal.

Algunas personas me juzgaron por arruinar el gran día de mi hija, especialmente mi amigo Kevin. Me dijo que debería olvidarlo todo y simplemente ir a la boda. Pero entonces, Alicia no aprendería nada, y jamás mejoraría.

Espero que así, al menos aprenda su lección.

Teléfono antiguo. | Foto: Pexels

Teléfono antiguo. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

No debemos dar a la gente por sentado. La forma en la que Alicia trató a Marcos fue terrible. Las relaciones se construyen con amor, no sangre. Marcos crio y cuidó a Alicia toda su vida, lo que demuestra su amor por ella.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día o inspirarlos.

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