Estuve dos años en el extranjero y cuando volví me enteré de que mi hijo tenía una “sorpresa” llamada Mónica

Mi hija se casó con un ciudadano de otro país. Viví con ellos durante dos años, cuidando de mi nieto y llevando la casa.

Mi hija y su marido trabajaban en la misma empresa y volvían sólo por la noche. Esperaba que esto continuara, pero resultó ser en vano. Un día mi cónyuge me dijo que ya no necesitaba mis servicios y me pidió que dejara el apartamento. Un mes después estaba en mi casa. Resultó que tampoco era bienvenida aquí. Mientras me quedaba con mi hija, mi hijo se había separado de su primera mujer, le había dejado el apartamento y se había venido a vivir al mío.

Trajo a mi apartamento a su segunda mujer, que estaba embarazada. No se le ocurrió pedirme permiso. ¿Qué debía hacer? ¿Echar a mi hijo con su mujer embarazada? ¿No? Pero, ¿cómo vamos a vivir los tres, y pronto los cuatro, en un apartamento de una sola habitación? Por cierto, ni mi hijo ni yo tenemos dinero para alquilar un apartamento. Llamé a mi hija y le expliqué la situación. Esperaba que reconocieran mi situación y me invitaran a su casa. Pero no lo hicieron. Es una pena. No se puede evitar, tienen una visión diferente del mundo…

Y el comportamiento de mi hijo es comprensible. No esperaba mi regreso. Y ahora tengo que dormir en el sofá de la cocina. Salgo de casa durante el día. Voy de compras, visito mi antiguo lugar de trabajo, hablo con mis colegas. Mi hijo y mi mujer se comunican con normalidad, sin escándalos, pero mi nuera me ignora. Es evidente que no le gusta mi persona en el apartamento. Nunca imaginé que a los sesenta años yo sería superfluo, y que otra persona se encargaría de mi casa. Mi hijo sólo piensa en su mujer embarazada y no piensa para nada en el problema del apartamento.

Estoy buscando un trabajo a tiempo parcial y quiero gestionar mi propio apartamento. Los nuevos casamenteros viven en el pueblo. ¿Debo decirle a mi nuera que se vaya a vivir con sus padres? Pero, ¿podrá mi hijo encontrar un trabajo allí? Creo que no. No puedo decidir qué hacer…

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